sábado, 5 de mayo de 2007

ejemplo 1


Tengo algo que decirte, y es que no sé cómo cojones (sonríe, coño) consigues que te eche de menos. Te echo de menos a las 3 de la tarde todos los días, te echo de menos los puentes, las vacaciones, los ratos que no estás sentada a mi lado -no sé porqué, total, pa lo que me miras-. Te echo de menos cuando no estás y te echo de menos cuando llegas, porque entonces es peor, me doy cuenta de lo asombroso que es ser invisible. En fin.

He intentado enfadarme contigo, que te enfadaras conmigo; he intentado convencerme de que no me sirves, he intentado convencerme de que no te sirvo. He intentado ignorarte, he intentado, no sé, todo lo que se me ha ocurrido. Pero contra, se vé que mi inteligencia emocional es nula, porque no funciona.

No te enfades, x favor. No quiero asediarte, ni agobiarte, ni enfadarte ni acosarte. Sólo quiero contártelo. Me gustaría, me gustaría hacer muchas cosas los dos juntos, pero, si no pueden ser, me gustaría que usted me concediera el permiso para ser su amigo, para que me dieras unos ratos de compañía de vez en cuando, de la intimidad suficiente para hablar de lo que nos importe de verdad, un rato pa ir al cine, o a tomar algo, o a pasear al niño, no sé, para no estar solos. Al final, la compañía es lo que queda. Y a mi me gustaría quedar.

Perdona si me he puesto trascendente y rollo, (otro día, si quieres, te cuento el miedo que me das).


-- Saludos